Tiempos atribulados


El mes de febrero nos llega cargadito de asuntos judiciales mediáticos, y mediatizados, que pueden dar mucho que hablar. Parece, según van surgiendo los titulares, que vamos a tener un 2016 tan acelerado judicialmente como el 2015, o quizá más.

La desestimación de la Audiencia Provincial de Baleares de la cuestión previa planteada por la defensa de la Infanta Cristina en el Caso Noos ha provocado que, definitivamente, la Infanta se vaya a sentar en el banquillo de los acusados durante todo el procedimiento, que se prevé largo (hasta finales de junio, más o menos).

La Doctrina Botín y la Doctrina Atutxa vuelven a entrar en conflicto como ya lo hicieron en su día, pues, no hay que olvidar que la Doctrina Botín no estuvo en vigor más que un mes (el tiempo que medió entre que se resolviese la causa planteada contra el ya fallecido Emilio Botín y que se resolviese, en sentido contrario, la causa contra Juan María Atutxa).

Y más problemas se plantearán, en su día, cuando frente a la sentencia que dicte la Audiencia Provincial, se presenten los recursos que, con toda seguridad, interpondrán los condenados y, en consecuencia, el Tribunal Supremo tenga que revisar la cuestión. Muy atentos tendremos que estar a la composición de la Sala puesto que la votación, en principio, estará igualada entre los partidarios de una y otra Doctrina.

Si es que, en definitiva, la interpretación de la Ley es lo complicado. Y según quien interprete obtenemos uno u otro resultado.

En otro orden de cosas, o quizá no tanto otro orden distinto porque los puntos de conexión de esto que se ha dado en llamar “corrupción política” son muchos y todos van en relación con la comisión de delitos fiscales que acarrean otros delitos a mayores, las investigaciones judiciales en torno a cargos del PP siguen causando titulares. Los disgustos en la directiva del PP ya no solamente los causa Bárcenas sino que ahora se han unido también Gómez de la Serna y todo el PP valenciano que, parece ser, acabará disuelto y, probablemente, imputado. Perdón, hay que ser propio en los términos: acabarán “investigados” que el término “imputado” se ha eliminado de la legislación (como si una mesa, por llamarla “cosa cuadrada con patas”, dejase de ser una mesa y se convirtiese en una silla o un taburete).

El Caso Bankia sigue su curso. Lento pero seguro, encaminado hacia un final a ocurrir algún año de estos. Y sigue causando sensación: del Caso Bankia surge el Caso Rato del que se derivan, o no, pues al fin y al cabo aún están por comprobarse, otros casos que afectan al ex director del FMI y que, de momento, se encuentran bajo secreto sumarial (recuerdo que me enseñaron en la facultad que todo caso era secreto pero es sorprendente la cantidad de información que tienen los periodistas sobre cualquier asunto).

Nos esperan tiempos atribulados, más aún que los pasados. Encuentro consuelo en el refranero: “no hay mal que por bien no venga”. Espero que de tanta investigación resulte alguna condena que sirva de advertencia general: seas quien seas, si delinques, a la cárcel.