Navegando entre las noticias de los principales periódicos en estos primeros días de agosto, he llegado a la conclusión de que, primero, agosto es un mal mes para los noticieros, pues poco hay que llame la atención, aunque no sé si porque todo el mundo disfruta de las vacaciones o porque nadie los lee, y, en segundo lugar, lo poco que hay, que pudiera ser sonado, se acalla sin mucha dificultad.
Una de esas noticias que pudiera ser sonada refería la incautación por parte de las Autoridades francesas de un Picasso en aguas de Cerdeña a bordo del barco de Jaime Botín. Y digo que podría ser sonada la noticia por cuanto no todos los días nos encontramos a uno de los principales banqueros españoles desplazando de puerto a puerto una mercancía valorada en 26 millones de euros, que se dicen pronto pero en calderilla tienen que pesar lo suyo. Más sorprendente resulta que, según las noticias que por ahí circulan, la Audiencia Nacional haya calificado el cuadro como “tesoro nacional” (calificación personal de Sus Señorías, supongo, pues lo correcto sería calificarlo jurídicamente de patrimonio histórico) y, además, el Ministerio lo haya declarado inexportable, es decir, que nada de sacarlo de paseo por el mundo, ni siquiera a visitar Christie’s o Sotheby’s, aunque sea provisionalmente. Pero, para rizar el rizo, más raro resulta que sea el Abogado del propietario el que clarifique el asunto, reconociendo la declaración de inexportabilidad, la existencia de la sentencia e informando de la interposición de recurso ante el Tribunal Supremo (y aquí os dejo el artículo que se hace eco de la nota aclaratoria).
Al final, de tanta noticia que he leído, poco es lo que me ha quedado claro, más allá de que se ha encontrado el cuadro pintado por Picasso en un barco y en Cerdeña, puesto que hay dudas hasta de que pertenezca a Jaime Botín. También hay que decir que, en los últimos años, los asuntos más famosos en los que ha estado mezclado se han solucionado por cosas tan básicas como esa, y si no os lo creéis, echadle un vistazo a este histórico.
De acreditarse ciertos extremos en el caso, tales como la calificación del cuadro como perteneciente al patrimonio histórico, el hecho de la expedición al extranjero del mentado cuadro y la existencia de una prohibición, podríamos entrar a valorar la comisión de un delito de contrabando en los términos del art. 2.2º.a) de la Ley Orgánica 12/1995, de 12 de diciembre, de Represión del Contrabando. No son estos unos delitos fáciles de explicar, ni de entender, por cuanto comportan un grado de especialidad elevado. En un principio podemos entender que el contrabando consiste en el tráfico de mercancías sin pasar por la Aduana, lo cual es cierto pero no deja de ser una de las muchas formas que puede revestir el delito.
Fuera parte de las pena de prisión y multa que le puede corresponder a este delito de contrabando, resulta más relevante, creo yo, el decomiso de los efectos incautados contenido en el art. 5 de la LORC. El comiso, o decomiso, no es más que la confiscación de los bienes, efectos e instrumentos del delito, es decir, que se los queda el Estado. Obviamente, podéis imaginar que no es lo mismo decomisar la lancha motora con la que se trafican drogas y estupefacientes o cualquier otra mercancía que el decomisar un cuadro de Picasso. La lancha se puede entregar a la Guardia Civil para que siga haciendo su trabajo (no fue una mala idea ésta, pues se quejaban de que con la birria de lanchas que tenían antes no cazaban a nadie porque los traficantes tenían los últimos modelos y, además, mucho más rápidos) mientras que el Picasso no queda más remedio que mandarlo a un museo.
Sin embargo, el decomiso en los delitos de contrabando no sólo se ciñe al objeto del delito sino que se extiende, para que nos entendamos, a todo lo necesario para poder realizarlo, con lo que se incautaría, en el supuesto que examinamos, también el barco y “cuantos bienes y efectos, de la naturaleza que fueren, hayan servido de instrumento para la comisión del delito”; cláusula final que nos permite hacer volar la imaginación en ausencia de datos.
Entre tanta norma legal y artículo periodístico, he acabado por alumbrar un chiste (muy malo, para qué lo voy a negar) sobre el Botín banquero, que no bancario, su bota económica y los despojos de esta guerra por la supervivencia que es la crisis… Pero será mejor no contarlo, que la noticia ya es agua pasada.
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