¿Quién podría pensar que una sola Ley rigiese nuestros destinos?
Si os preguntase cuál creéis que es la Ley más importante de nuestro país, estoy seguro que la mayoría de vosotros me responderíais que la Constitución. Y tendríais razón. Pero os lo rebatiría.
La Constitución nos crea un marco en el que poder vivir pacíficamente y poder medrar en esto que es la vida. Establece unos derechos fundamentales sin los cuales no podríamos concebir nuestra vida y organiza el sistema general de funcionamiento de esta cosa semper in faciendo que llamamos país.
Sin embargo, la Constitución no deja de ser un dogma de fe, algo que hemos sacralizado y que nos creemos a pies juntillas por no entrar a valorar sus omisiones, incongruencias y comedimientos. No en vano siempre se la denomina “Constitución del consenso”, pues no tuvo otro objetivo que contentar a todos lo máximo posible para evitar que en un arrebato alguien liase la marimorena.
Pero, en la práctica, en el día a día, ¿qué más nos da?
A estas alturas algún jurisconsulto se habrá revuelto en su tumba y otros tendrán ganas de gritarme las múltiples bondades de la Constitución, pero, como hoy he visto publicada en el BOE la Ley de Presupuestos Generales del Estado para el 2016, me siento un poco crítico.
¿Qué más da que el art. 24 CE establezca el derecho al juez ordinario predeterminado por la Ley si en la Disposición Adicional 13º sólo se habilita hasta un máximo de 100 nuevas plazas para jueces y fiscales? Y, además, para la sustitución de empleo temporal; ahí es nada.
¿Acaso nuestro Señor Legislador no se ha dado cuenta de que la Justicia no funciona? Pues la Unión Europea lleva diciéndole desde finales de los años 80 que hay que desatascarla… aunque si lo miramos desde este prisma, la nueva Ley de Jurisdicción Voluntaria cobra bastante más sentido: privatizamos parte de la Justicia, dándosela a Notarios y Registradores, y así arreglamos los ratios de la Estadística Judicial.
¿Qué más da que el art. 35 CE diga que los trabajadores tiene derecho a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, si en la Ley de Presupuestos del 2012 a los funcionarios públicos les quitaron la paga extra de diciembre de aquel año? ¿No quiebra el derecho a la igualdad del art. 14 CE el que ahora venga la Disposición Adicional 12º de la Ley de Presupuestos Generales atribuyendo la facultad a las Administraciones para decidir si pagan los sueldos que ya adeudan? ¿Unos funcionarios sí la van a cobrar y otros no, según decisión del político de turno?
Vamos, si a mi se me ocurre no pagarle a un trabajador la extra de diciembre, me mata el trabajador, me demanda y además, casi con toda seguridad, alguna Administración me la líe. Pero si es la misma Administración la que no paga… Aquí paz y después gloria.
Todas las declaraciones de la Constitución se vuelven palabras que se lleva el viento cuando por una triste ley, sin rango alguno, se cierra el grifo de la institución encargada de convertir tal declaración en una acción política concreta. Es como intentar solucionar el problema de la sanidad (recordemos, contenida en el art. 43 CE) mediante la eliminación de los pacientes. ¿No sería mejor poner más médicos, enfermeros y hospitales?
“Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho” reza el art. 44.1º CE. Teniendo un Ministerio de poca Educación, menos Cultura y Deporte de olimpiadas ya era de esperar tener un problema, pero eliminar subvenciones de tapadillo tiene su tela. Al menos me dejan tener derecho, aunque sea el derecho a los despojos.
“Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general” (art. 44.2º CE); interés general de quién, me pregunto. ¿Del mundo? ¿Por eso tenemos “la generación más preparada que ha visto España”? ¿Para exportarlos como producto universitario altamente cualificado?
Pero tampoco os preocupéis mucho. La Ley de Presupuestos también se la pueden saltar mediante el socorrido recurso a los créditos extraordinarios y, si no, esperad al año que viene a ver que nos encontramos.
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