SocialDrive, la aplicación que enoja a la policía
Navegando entre las noticias me he encontrado una que me ha llamado poderosamente la atención: al parecer el Sindicato Profesional de Policías Municipales (SPPM) ha presentado un escrito ante el Ministerio de Interior solicitando que se tomen cuantas medidas sean necesarias a causa de la aplicación para móviles SocialDrive. Podéis encontrar la noticia aquí
La aplicación SocialDrive parece enojar a nuestros Agentes de la Autoridad por ponerles en riesgo en el desarrollo de su labor al compartirse datos relativos a los dispositivos en que participan. Hay que decir que la aplicación no tiene desperdicio, a tenor de la magnitud de la queja presentada, si verdaderamente se comparten fotos de los agentes, matrículas de los coches camuflados y la localización exacta del dispositivo policial. No me extraña que con tanta información en un mismo paquete vayan ya por el medio millón de descargas, que seguro se incrementarán con la publicidad realizada.
Ahora bien, ¿se pretende, con una aplicación como ésta, atentar contra la seguridad de nuestros agentes en el ejercicio de sus funciones?
A estas alturas de la película, los que conducimos habitualmente, más que atentar contra la seguridad de los agentes, lo que podemos pretender es evitar la imposición de una multa, u otra más, que lesione más aún nuestros maltrechos bolsillos, más aún si tenemos en cuenta que ahora caen multas por sistema; unas 80.000 en la última campaña navideña.
Sin embargo, hay quien puede pensar que esta aplicación, o las de este tipo, o siquiera los grupos de Whatsapp que informalmente vienen realizando la misma función de información, permiten la impunidad de todos esos desaprensivos que se ponen al volante, o incluso la impunidad de los viandantes, que con la nueva modificación del Reglamento de Circulación que pretende la DGT podrían ser sometidos a un control de alcoholemia por saltarse un semáforo en rojo o por estar en las inmediaciones de un accidente de tráfico, y que, de salir adelante esta modificación, podría comportar la prohibición de correr por la calle, so pena de multa por exceder la velocidad del “paso humano”.
Lo cierto, a mi entender, es que nos enfrentamos a un problema de conciliación entre el derecho a ser informado y la seguridad del tráfico. No puedo concebir que el comentarle en el bar a un amigo que has visto que están haciendo controles pueda llegar a considerarse un delito, ya se lo cuentes de viva voz o por el móvil. Pero sí, entiendo, es delictivo el ir haciendo fotos con el móvil mientras se conduce, pura y simplemente, porque es una actitud temeraria que comporta un alto riesgo, tanto para el que conduce como para el inocente con quien se cruza.
Aún así, en estos últimos años, se ha extendido la idea de que la profusión de controles de tráfico no ha sido fruto de una renovada voluntad de evitar accidentes de tráfico o de aprehender a malhechores sino de la pretensión de sanear las cuentas públicas. Si esto es así, cosa que no dudo, no será por vía de decretazo y multa como se dé una buena solución. Hará falta más conciencia del peligro al volante y de las consecuencias, más acciones positivas, en lugar de normas restrictivas acerca de lo que se puede, y lo que no se puede, comentar por el móvil.
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