Tras nuestro preventivo viaje por las garantías de los consumidores a lo largo de la semana pasada y ya en plena resaca electoral, previa en todo caso a los futuros comicios de finales de año, y sin entrar a valorar los resultados de las elecciones pues ya hay muchos “expertos” que se dedican a hacerlo, son las anécdotas de la jornada las que más han atraído mi atención.

A causa del post relativo a los delitos electorales  hubo quien me llamó agorero, en base al socorrido argumento de que nunca pasa nada. Obviamente, mi respuesta no pudo ser simple: espera y verás como algo pasa, pues siempre pasa algo. No son cosas graves, por supuesto, si no, mal nos iría en esta fiesta que es la democracia, pero siempre hay detalles, incidentes los llaman, que puntean y dar color a las jornadas electorales; al caso, bien poco me ha costado encontrar un artículo  que se hacía eco de algunas historias peculiares.

El que a los apoderados de cierta candidatura les haya tocado rasgarse la acreditación por orden de la Junta Electoral Central, lo hemos visto en todos los telediarios. No sorprende, sin embargo, el que los apoderados llevasen una foto del candidato en la acreditación sino que la sorpresa proviene del que no se le hubiese ocurrido antes a ningún otro. Parece ser que la época de las pegatinas del partido en las camisetas ya ha pasado y, con nueva gente participando en este juego, surgen infinidad de nuevas ideas; ideas que bordean lo ilícito, sí, pero nuevas al fin y al cabo.

Más preocupante me parece ser el que a la Guardia Civil le toque ir a detener a la Presidenta de una Mesa Electoral por no querer ir a hacer su trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que el art. 143 LOREG  sanciona el asunto con pena de prisión de 3 meses a un año o multa de 6 a 24 meses (lo que en dinero contante y sonante estaría entre los 1000 y 26000 euros, poniéndole una multa diaria de 6€). Ya comenté que siempre había alguien que se quedaba dormido y llegaba tarde, cosa ésta bastante más liviana y que se puede solucionar con una llamada telefónica, un tirón de orejas y un cierre algo más tardío de la mesa electoral, pero negarse en rotundo a presentarse es bastante más extraño, toda vez que, en definitiva, solo pierdes un día, que además te pagan, y el bocadillo de la comida no es tan malo.

Encontrarse con alguien, por otro lado, que intenta votar dos veces, antes que sorprendente, resulta ridículo, más aún si tenemos en cuenta que en localidades pequeñas es fácil que te pillen (Cambre) tiene unos 24000 habitantes) porque todo el mundo se conoce. Además, hacerse pasar por otra persona aportando su DNI para votar es delictivo; peor aún, el hecho es constitutivo de tres delitos: un delito de emisión de varios votos, en grado de tentativa, del art. 142 LOREG; otro delito de usurpación de estado civil del art. 401 CP; y otro más de uso de DNI falso del art. 392.2º CP, si tenemos en cuenta que el art. 400 bis CP  equipara el usar un DNI falso a usar un DNI auténtico por quien no está legitimado para ello. Vamos, que el joven se ha metido en un buen embolado por intentar hacer la gracia. Y si se descubriese que el propietario del DNI empleado estaba también en el ajo… ya serán dos en el embolado.

Aunque mejor no hablar muy alto, porque por mi tierra también se dan casos raros y despistes preocupantes.

Así las cosas, cierto es que nuestra jornada electoral, en términos penales, no ha dado para mucho, afortunadamente. Lejos parecen estar ya los años del pucherazo, o quizá no tanto porque en Lanjarón  andan discutiéndolo. En unos meses, tendremos las elecciones nacionales, ¿qué os jugáis a que volvemos a comentar alguna situación parecida?